Acaso hurté estrellas del firmamento
o arrebaté las olas al mar,
tal vez arranque rosas del jardín,
es posible que la arena de la playa sin
querer recogí;
acaso de tu corazón las ilusiones maté,
si ese es el caso, que me perdone Dios
y también perdonadme vos,
si tal vez como un avaro egoísta, tu
amor como un tesoro guardé
en lo más profundo, en las entrañas
mismas de mi corazón
para que nunca, tú, ni nadie, me lo
pudieran arrebatar.
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