Lentamente
saboreo, el recuerdo de mi juventud
En tanto la
brisa aqueja el día que agoniza,
Como que el
pasado estuviera escrito en mi mente y en mi corazón,
Evocando el
tiempo viejo que se baña en el sabor de los recuerdos.
Las cuerdas
de la guitarra entonan las notas de la eterna canción,
Mientras me
embriago del pasado como luz en la neblina
Y mis ojos
interrogan todos los rincones del alma,
Escudriñando
todas las dudas y todas las respuestas,
Y ni un solo
rumor arranca de las hojas muertas de mi existencia.
Pues la
sombra floreada de una luz desanimada
Ilumina el
sendero de este viajero imaginario
Mientras
siento unas manos suaves que acarician el pelo arisco
Y la boca
ausente del beso apasionado.
Pues la mente
se apaga, con el placer de la tristeza desnuda,
Entonces
escucho la canción de verano del pedazo de carne amada,
Con hambre de
amor que enciende la sangre y una alegría injusta
En tanto se
aprestan nubes negras presagiando silencio y soledad.
Entonces
quisiera incendiar mi alma estremecida por amor
Como antorcha
que se para en la puerta del corazón,
Con ese frío
intenso y penetrante que cruza por mi existencia,
Cual ruido
silencioso que se inunda de vacío,
Como cuerdas
rotas que rompe en pedazos la vida.
En la soledad
escucho cantar, gritar, gemir y llorar
La tarde que
se diluye en las sombras de la noche
Que extiende
sus brazos emborrachándome de nostalgia
Bajo la
lastimera angustia del silencio que sacude el alma
Por la mujer
amada y lejana que hace penosa la vida,
Como ráfaga
de recuerdos que hiere el corazón,
Y mis ojos,
cubren con un enjambre de lágrimas,
Mientras
temblando busco la caricia y el beso de pasión.
Más, las
lágrimas ruedan por mis mejillas
Y llenan mis
ojos de cortinas negras y tan solo miro
La luz
errante que cubre la pálida noche.
Ulula el
viento y el frío muerde mi alma desierta
Agitando el
corazón como una tormenta triste y cruel,
Entonces
corre por mis venas con rabia el frío desenfrenado
Como un beso
que carece de pasión y ternura,
Y el viento
se lleva las palabras, violando el silencio de la noche
En la que el
día murió con el cielo y todo es gris.
Con los
recuerdos se escucha la llamada de muerte
Y hace que la
esperanza se derrumbe y las lámparas del cielo se apaguen,
La soledad se
enrosque sobre mí como reptil ponzoñoso
Hiriendo mi
corazón y mi alma con su veneno letal
Mientras
desfallecido el viento relata, este mi secreto final.
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