Envuelta en el
silencio de la noche
con tu vestido
sexi y la boquita pintada,
busto al aire y
exhibiendo tus curvas,
con el rostro
sonriente y quizá con el alma triste,
tal vez
afligida y llena de desprecio y odio
vendiendo
caricias muy ajena al amor.
Cobrando por
pecar, mientras otros pagan por pecar
escucho en tus
pasos el sonido de los tacones,
mientras
sensualmente mendigas comprensión
de una sociedad
puritana, moralista y castigadora
que te juzga
con crueldad sin mirar,
la necesidad,
el engaño, la desilusión
la explotación
sexual, el abuso y la incomprensión
de la que a
veces eres víctima y sin piedad.
En medio de la
soledad de una noche fría
estancada quizá
en la incertidumbre y en la indiferencia
de una sociedad
que te juzga y reclama principios y valores,
pero no juzga
el abandono, el olvido y jamás analiza los motivos
por los cuales
están llenos los cabarets y los burdeles.
No juzga al
violador, al padre irresponsable ni al proxeneta explotador
que en vez de
darte esperanzas de un mañana mejor
hace más
horrible la pesadilla poniéndole precio a tu error.
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