Tu cuerpo fluye entre mis manos,
tu rostro amado me permite contemplar el mundo
y tus ojos del sol el brillo que deslumbra
y en donde vivo y renuncio a morir por siempre.
Tus brazos, cual alas desplegadas
que abrazan mi cuerpo con melodía sonora,
donde el sol se rompe ardientemente
como un claro espejo en donde trinan las aves.
Oh maravilla mía, oh mi dulce tesoro
en el rumor del día que ahora nace,
dime porque en tu pelo suelto
la melodía es cálida y perpetuo tu cabello.
Recuerda que no soy el sol, ni soy el cielo
pero quiero ser el mundo en el que vives
y en la blancura de tus manos
quiero poner mi corazón en su descanso.
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