Sola en el
puerto queda mi alma
iluminada con
la tenue luz de un faro,
mis ojos
confundidos entre un enjambre de lágrimas
con tristeza
miran como te alejas de mi lado.
Las notas
postrimeras de una guitarra
quizá entonadas
por algún trovador,
se confunden
con el susurro de las olas
mientras herido
queda mi corazón.
La silenciosa
noche parece anunciar el final
pues un
torbellino de tristezas nubla la mirada,
en medio de una
constelación de estrellas solitarias
al ver que te
alejas para siempre mi dulce amada.
La barca ha
zarpado y solitario el puerto queda
frente a las
olas que besan la playa y se van,
mas en medio de
la angustia mi corazón espera
al puerto de mi
vida verte pronto regresar.
Desde entonces
en vano busco en el firmamento
el destello de
tu belleza angelical,
y la dulce
melodía de tu voz hoy es silencio
y el néctar de
tus labios ya no sacia mi sed de amor.
Entonces embriagado
de tristeza, le grito a la soledad
a ver si en
medio de ella, escucho el eco de tu voz
pues aún siento
en el alma la sangrante herida,
que dejaste,
cuando te marchaste, en la barca del adiós.
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