lunes, 17 de febrero de 2014

CAMINO A LA ETERNIDAD



(a la memoria de mi querida abuelita María)

Las dos y veinte y cinco
algún reloj marcaba,
cuando de este mundo se alejaba
un ser muy querido.

Al llegar la mañana
las campanas y su “talan, talan”
se escuchaba en aquella ventana
y no dejaban de sonar.

El llanto y el murmullo
entristecían el lugar
y el cantar triste de un pajarillo
acompañaban las lágrimas de dolor.

Por aquellos caminos que un día,
con su propio esfuerzo caminaba,
esta vez cuando de este mundo partía
dentro de un féretro se encontraba.

En la iglesia el sacerdote
le dio la bendición y le entregó al creador,
así de este mundo se marchaba para siempre
al lugar donde Dios le dará su amor.

Allá en el campo santo
sobre una fría loza la dejamos,
con dolor y con triste llanto
que amargamente derramamos.

Hoy la recordamos
como siempre con cariño,
hasta que partamos nosotros
hacia Dios y con ella juntarnos.

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