lunes, 17 de febrero de 2014

INMORTALIDAD



No he de morir
si tus ojos bellos,
me recuerdan y sufren por mí,
aunque de esta vida muy lejos esté.

No he de morir si mi madre adorada
recuerda al hijo que se fue,
pues un día en su humilde posada
le dio consuelo, amor esperanza y fe.

No he de morir
si una mano estrecha otra mano
cuando esta viene a pedir
un poquito de amor, consuelo y cariño.

Y viviré eternamente
en el corazón de aquella mujer
porque fue en mi vida el ser sublime,
a pesar que nunca me dio su querer.

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