Señor, tú la pusiste en mi camino,
tú la enmarcaste en mi destino,
mi corazón sintió tanta alegría
por aquella mujer querida.
Brilló en mi alma ensombrecida
una luz que destelló mi vida,
se adueñó de mi pensamiento
y se clavó como espina en el corazón.
Me dio alegría, esperanza y fe,
fue mi día, mi calor la vida entera
que tanto la llegué a querer,
y por amor llegué a enloquecer.
Me guió por el camino del amor
y luego me llenó de dolor,
sembró en mis labios la sonrisa
y acarició mi alma como suave brisa.
Siendo sincero mi corazón
nunca comprendió su amor,
y aún amándola con desesperación
tan solo recogí de ella la desilusión.
Día tras día viví esperando,
su amor, su ternura y su comprensión,
pero mi destino me ha ido llenando
de tristeza, soledad e incomprensión.
Son tantas las noches que no dormí
por pensar en ese amor prohibido,
por pensar en ese amor sin fin
que tan solo dejo mi corazón herido.
Y hoy que la he vuelto a ofrecer
el amor de este corazón destrozado,
huye y no alcanza a comprender
la grandeza de este amor apasionado.
Pero tú, gran Señor
ayúdame a sanar de este dolor,
que mi corazón sufre y gime
por esa mujer llena de candor.
Tú que la pusiste en mi camino
ayúdame a borrarla de mi pensamiento,
dame fuerza para aceptar mi derrota
y a sacarla de mi corazón.
Ayúdame señor a olvidarme
de ese ser
a quien amé con loca pasión,
con sinceridad, humildad y ternura
y con todas las fuerzas del corazón.
Si feliz no puedo ser a su lado
ayúdala para que ella encuentre su felicidad
con el hombre tan anhelado,
y de alegría rebose toda su vida.
Y por mi buen señor
puedes llevarme cuando quieras,
ya viví esta triste vida
que aún sangra mi alma dolorida.
Quizá con la muerte olvidarme pueda
de ese ser que fue la razón de mi vida,
que mi corazón olvidarla desea
para siempre a esa mujer tan querida.
Que quede cegado mi pensamiento
y cegado mi enfermo corazón,
y que la muerte con su triste manto
me arrastre lejos de ese amor.
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