lunes, 17 de febrero de 2014

EL HIJO PRODIGO



Cual relato en la Biblia escrito
cual testimonio tan divino,
un hijo malo, un hijo ingrato
que prefirió desviarse del camino.
Errores también cometí, yo
que abandoné mi casa y mi hogar,
en busca de dulces aventuras
salí hacia el mundo a vagar.
Con enojo y lleno de capricho
sin decir ni siquiera adiós,
abandone a mis queridos padres
que un día me los diera Dios.
A lejanas tierras fui a parar
en busca de un mundo de libertad,
sin saber que después de andar y andar
llegaría a vivir la realidad.
Sin contar con mis seres queridos
que me ayuden o un consejo me den,
solo, triste y sin amigos
un martirio me tocó padecer.
La tristeza y la soledad
que cada atardecer yo sentía,
era verme en la orfandad
sin padres y amigos, me faltaba la alegría.
Pero después de pocos días
se cansó de sufrir el corazón,
de la tristeza que día a día sentía
y puse a trabajar la razón.
Entonces avergonzado y triste
me puse a hablarle a Dios
a que me ayude y mi camino guíe
a regresar a mi nido de amor.
Con hambre y sed de perdón
volví la mirada hacia atrás,
hacia el hogar que mis padres me dieron
con cariño e inmenso amor.
Levanté mi cuerpo y mi alma
y de regreso a caminar empecé,
sin cansarme y sin perder la calma
hasta que a mi hogar llegué.
Arrepentido y triste
mil lágrimas derramé,
y es que amor tan grande no existe
como el que en mis padres encontré.
Perdón les pedí a ellos
y con un abrazo hacia ellos corrí,
sentí de nuevo el calor de sus pechos
y lo malo que hice al partir.
No crean que tan bueno haya sido
y me avergüenzo por lo que hice,
porque con mis padres más he tenido
que lo, que saben dar los placeres.

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